domingo, 17 de mayo de 2020
sábado, 16 de mayo de 2020
“La Juventud Venezolana: Esperanza y Reconstrucción de un País”. Entrevista al Observatorio de Juventudes Venezuela (OBJUVE).
Venezuela
en crisis. Un país en crisis económica, social, política, salud, humana y pare
de contar. En otros tiempos un país que fue un paraíso para cualquier ciudadano
del mundo, de Latinoamérica, Europa, Asia, de cualquier rincón del planeta y
hoy en día es un caos por donde quiera que usted puede ver. ¿Quién podrá recuperarla?
La respuesta está delante de todos: su juventud enérgica, innovadora e
irreverente. Desde hace más de 20 años en Venezuela no se dan a conocer cifras
de parte de instituciones oficiales sobre las condiciones económicas, sociales
y de otras esferas que pudiesen describir la situación general del país, a
pesar de ser una obligación del Estado. Como consecuencia, existe un
desconocimiento generalizado del contexto venezolano y sus condiciones, tanto
positivas como negativas. Aunque se desconoce la causa de la escasez de cifras
oficiales, mucho se ha especulado sobre la posibilidad de que esto se deba a la
centralización partidista e institucional del actual gobierno para de alguna
manera, invisibilizar las cifras de la crisis económica, social y política por
la que atraviesa Venezuela: hiperinflación, altas tasas de desempleo, muertes violentas,
pobreza y descontento general de la población hacia actores políticos. La falta
de cifras y datos oficiales no solo impide que la población conozca y se informe
de manera veraz sobre la situación general en Venezuela, sino además imposibilita
la generación de alternativas, propuestas o soluciones para paliar la crisis de
diferentes sectores como el de la salud, alimentación, laboral, entre otros.
Los datos son imperativos para la toma de decisiones y la creación de políticas
públicas que sean pertinentes a la situación actual y sus problemas. En este
sentido, muchas organizaciones no gubernamentales (ONG), organizaciones de la
sociedad civil y asociaciones en general, han venido formándose y trabajando
desde hace varios años para estudiar lo que actualmente ocurre en Venezuela con
el fin de ofrecer cifras y datos fidedignos sobre la situación, además de realizar
las denuncias pertinentes, informar a la población y tomar acciones al respecto
desde sus espacios de acción.
La falta de cifras y datos oficiales no solo impide
que la población conozca y se informe de manera veraz sobre la situación
general en Venezuela, sino además imposibilita la generación de alternativas,
propuestas o soluciones para paliar la crisis de diferentes sectores como el de
la salud, alimentación, laboral, entre otros. Los datos son imperativos para la
toma de decisiones y la creación de políticas públicas que sean pertinentes a
la situación actual y sus problemas. En este sentido, muchas organizaciones no
gubernamentales (ONG), organizaciones de la sociedad civil y asociaciones en
general, han venido formándose y trabajando desde hace varios años para
estudiar lo que actualmente ocurre en Venezuela con el fin de ofrecer cifras y
datos fidedignos sobre la situación, además de realizar las denuncias
pertinentes, informar a la población y tomar acciones al respecto desde sus
espacios de acción.
A pesar de que las juventudes son una población sumamente
importante para el desarrollo y crecimiento de cualquier país, es uno de los
sectores que muy poco se atiende o considera. Algunas asociaciones y ONG se
dedican a su empoderamiento, formación e inclusión en diferentes espacios, pero
actualmente ningún ente u organismo se ha encargado de estudiar a este sector
para conocer cuál es su situación. Es por ello que nace el “Observatorio de
Juventudes Venezuela”, una asociación civil que tiene como fin estudiar,
experimentar y proponer sobre las juventudes venezolanas, considerándolas como
agentes de cambio para el desarrollo de Venezuela. La idea de la creación del
Observatorio viene dada por la falta de cifras oficiales e inclusive, de cifras
que anteriormente se manejaban a través de la Encuesta Nacional de Juventud
realizada por la Universidad Católica Andrés Bello (ENJUVE - UCAB), en donde el
último reporte se realizó con datos del año 2013.
Para ese momento contábamos con aproximadamente 8
millones de jóvenes en el país, pero desde hace 6 años no se cuenta con cifras
sobre la situación de las juventudes y desde hace 26 años no se tienen datos
oficiales (la última encuesta oficial fue realizada en el año 1993). Las
juventudes son parte de una población sumamente importante a nivel global y más
aún en Venezuela, en donde se contaba con un bono demográfico, significando que
la población en edad productiva es mayor que la que se encuentra en edades
dependientes. Este es un fenómeno único e irrepetible, sin embargo, sin políticas
públicas adecuadas que atiendan no solo las necesidades de esta población, sino
las necesidades del país en general para el aprovechamiento de este suceso, el bono
demográfico se perderá.
Tuve la oportunidad de vida de conocer a las mentes
fundadoras de OBJUVE, dos destacadas y jóvenes sociólogas, Verónica Chópite Abraham
y Showny Azar Raheb. Verónica Chópite Abraham es socióloga egresada de la
Universidad Central de Venezuela. Trabaja desde hace dos años en la
Organización civil 1001 Para Mi País como coordinadora de experimentación, en
donde desarrolla programas de formación en las líneas de innovación social y
desarrollo sostenible, que incluye la dirección de estudios de investigaciones
de temática juvenil. Además, se desempeña como coordinadora del think
tank de reconciliación social de la ONG Compromiso Compartido; es
columnista de la sección “Apuntes de un País” de la organización “Quiero Un
País y Respuestas Al Desarrollo”. Por su parte Showny Azar Raheb es socióloga
egresada de la Universidad Central de Venezuela. Actualmente se encuentra
realizando una especialización en Planificación, Desarrollo y Gestión de
Proyectos en la Universidad Monteávila, Caracas. Trabajó un año como
Sub-Coordinadora General en la ONG “Un Mundo Sin Mordaza” gestionando
proyectos. Se desempeña como investigadora para la Asociación Civil 1001 Ideas,
en un proyecto cualitativo sobre participación, politización y discriminación
de jóvenes religiosos en Caracas. Actualmente labora como analista en una sala
de monitoreo para los diputados de la Asamblea Nacional de Venezuela. He aquí sus
reflexiones.
*******
LQMEM: ¿Qué es el Observatorio de Juventudes?
SA: El
Observatorio de Juventudes pretende ser un órgano técnico que brinde el
análisis y diagnóstico sobre la situación de los jóvenes en Venezuela a través
de investigaciones cualitativas y cuantitativas que permitan levantar datos,
con el fin de proponer la formulación de nuevas iniciativas y políticas
públicas, concibiendo a las juventudes como agentes de cambio para el
desarrollo de ellos mismos y del país.
LQMEM: ¿Quién lo funda y cuándo?
SA: Lo fundan Verónica Chópite Abraham y Showny
Azar Raheb, sociólogas de la Universidad Central de Venezuela, en julio de 2019.
LQMEM: ¿Cuáles son los objetivos del OBJUVE?
SA:
1.
Estudiar, experimentar y proponer sobre las juventudes venezolanas
como agentes de cambio para el desarrollo del país.
2.
Estudiar las condiciones de vida y la situación general de las
juventudes en el pasado, presente y futuro.
3.
Caracterizar la acción y la reacción social a partir de prácticas
experimentales con respecto a la vida juvenil.
4.
Proponer alternativas y acciones con enfoque crítico para el
desarrollo de las juventudes en Venezuela.
LQMEM: ¿Quiénes son sus aliados? ¿Han pensado en aliados
dentro y fuera del país?
SA: Hasta los momentos hemos generado una
alianza para trabajar en conjunto con Equilibrium CenDE, y una alianza más
formal con Un Mundo Sin Mordaza, con quienes nos encontramos en este momento
culminando un levantamiento de información de la percepción de los jóvenes
sobre el fenómeno migratorio. Estamos en conversaciones con otras
organizaciones para generar más alianzas y otros trabajos de investigación.
“La
percepción de los jóvenes indicaba que había una gran preocupación sobre la
situación económica del país y que justamente esa era una de las razones por
las que se generaba el fenómeno migratorio”.
Observatorio de
Juventudes Venezuela (OBJUVE)
LQMEM: ¿Como es la relación de su organización con los
entes del Estado?
SA: No tenemos relación alguna con entes del
Estado. Como asociación civil, nuestro objetivo siempre será responder a la
academia y a la investigación sobre las juventudes, en cuanto no tenemos datos
oficiales desde hace más de 25 años, y los últimos publicados por la UCAB, el
excelente estudio que salió de la ENJUVE en 2013.
LQMEM: Hoy en día ¿cuáles son las principales
preocupaciones de los jóvenes en Venezuela?
SA: En la investigación que realizamos con Un
Mundo Sin Mordaza, la percepción de los jóvenes indicaba que había una gran
preocupación sobre la situación económica del país y que justamente esa era una
de las razones por las que se generaba el fenómeno migratorio, seguido de la
coyuntura política, y la social. De igual forma, nos gustaría que uno de
nuestros próximos proyectos sea levantar datos sobre las condiciones de vida de
las juventudes en Venezuela. Esto podría aportar mucho al entendimiento de los
problemas que viven los jóvenes.
LQMEM: ¿Cuál es la credibilidad de los jóvenes en el país
con el Estado venezolano y por qué?
SA: En el estudio en el que colaboramos para
Equilibrium CenDE (el cual pueden conseguir en el link de la bio de nuestro
Instagram y Twitter @objuve), el cual se realizó en todas las parroquias de
Caracas, y a nivel nacional a un total de 890 jóvenes durante los primeros días
de abril, corroboramos que el 91% de los encuestados desaprueba la gestión de
Maduro, y además el 87% considera que las cifras publicadas respecto a los contagiados
de COVID-19 no corresponden a la realidad. Es decir, 9 de cada 10 jóvenes están
descontentos con la gestión del Estado venezolano. Si cruzamos estos resultados
con algunos que obtuvimos en la otra encuesta con Sin Mordaza, podríamos
adelantar que esto se debe a la crisis económica y política de los últimos
años, sin embargo, habría que realizar un estudio específico sobre esto para
determinar el por qué se desaprueba la gestión.
LQMEM: ¿Como es la situación económica del joven
venezolano en la actualidad?
SA: Según el estudio con Sin Mordaza, la
situación económica de los jóvenes es bastante preocupante. Cuando publiquemos
el informe completo de los resultados de la encuesta que realizamos en alianza,
se podrá constatar que la gran mayoría de los jóvenes que actualmente se
encuentra trabajando no puede adquirir la canasta básica alimentaria con el
ingreso que reciben mensualmente. Es decir, los jóvenes no pueden
independizarse o costear gastos ajenos a la canasta para actividades de
recreación, educación y otras particulares de esta población que está en plena
etapa de construcción de su identidad, y que por supuesto, afecta su
desarrollo.
LQMEM: ¿Qué proyectos tienen pensados para este año 2020?
SA: Todo depende de la pandemia y el decreto de cuarentena que ha
imposibilitado el desarrollo de algunas actividades en campo. Esto limita
algunas investigaciones que queremos hacer este año. Sin embargo, queremos
realizar algún proyecto relacionado a juventudes y política, y cómo los jóvenes
se han criado y desarrollado en un contexto totalitario como es el venezolano,
situación que definitivamente repercute en su pensar y accionar.
LQMEM:
¿Cuáles son sus Redes Sociales y contacto?
SA: Pueden seguirnos por Instagram y Twitter a través de @objuve,
donde normalmente publicamos qué proyectos estamos realizando, y los resultados
de los mismos.
Caracas,
Mayo 2020.
Periodista
de Política, Economía y Negocios.
Los
Que Mueven El Mundo.
losquemuevenelmundo.blogspot.com
“Más que enfocarnos en reactivar el petróleo, creo que es importante preguntarnos hoy qué otras actividades orientadas a la exportación se pueden desarrollar en Venezuela”
Fotografia: Prof. Santiago Olalquiaga (Economista).
“Más que enfocarnos en
reactivar el petróleo, creo que es importante preguntarnos hoy qué otras
actividades orientadas a la exportación se pueden desarrollar en Venezuela”
ENTREVISTA a SANTIAGO
OLALQUIAGA
Los Que Mueven El Mundo
Por Rogelio Guevara
Cantillo
Una Venezuela en crisis. Pareciera una crisis de nunca acabar. En
días recientes, el director para el hemisferio occidental del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Alejandro Werner, brindaba sus opiniones sobre la crítica
situación en Venezuela. Werner opinó: “El caso de Venezuela no es una década
perdida, es una década de retroceso gigantesco. Lo que ha ocurrido en Venezuela
es un desastre macroeconómico y social que nunca se había visto en la región”.
Son tiempos muy difíciles para Venezuela y el futuro cercano no pinta nada
esperanzador. Los países y en especial sus economías, avanzan en la medida en que
las políticas públicas del Estado son consecuentes en desplegar y permitir
desarrollar el aparato productivo. Santiago
Olalquiaga es un economista venezolano de la Universidad Metropolitana. Ha
trabajado como analista macroeconómico y actualmente enseña macroeconomía en su
alma mater. He aquí sus análisis y perspectivas sobre la economía de su país.
**********************
LQMEM: ¿Qué políticas económicas deben comenzar a aplicarse para
recuperar el PIB de Venezuela en esta década?
SO: El empobrecimiento,
la precariedad y la inestabilidad que hoy sufrimos son producto de una visión
política y económica fracasada. Para revertir estos enormes problemas,
necesitamos una nueva visión y el camino recorrido es buena guía de lo que esa
nueva visión debe ser y no ser. En primer lugar, esa nueva visión debe rebalancear
la relación entre sociedad y Estado. El Estado debe abandonar el rol de productor
de bienes y servicios que ha adoptado, dejarlo en manos de la sociedad y en
lugar de ello, asumir el manto de regulador, dedicándose a solucionar problemas
específicos y a crear oportunidades donde la sociedad, por si sola, no sea
capaz de hacerlo. La sociedad a su vez, debe asumir con compromiso los retos y
responsabilidades que resultarán de ese nuevo contrato social. Esa nueva visión
también debe impulsar la creación de prosperidad y nunca más la repartición clientelar
de riqueza fortuita. Para ello, debe promover el trabajo honesto, la
colaboración, la transparencia, la creatividad e incentivar la creación y no la
extracción de valor. Esa nueva visión debe sacar de la pobreza a gran parte de
los venezolanos, debe crear para ellos las oportunidades de educación y trabajo
necesarias para vivir vidas dignas y debe darles las herramientas para
aprovechar esas oportunidades. Esa nueva visión, además debe hacer todo esto
enfrentando retos inusitados: la venidera obsolescencia del petróleo como
fuente principal de energía, los peligros del cambio climático, los cambios
acelerados en la tecnología, y las consecuencias de todo ello sobre el trabajo,
la producción, el consumo y las relaciones sociales. Sobre estas bases, esa nueva
visión puede ayudarnos a dar forma a una Venezuela de oportunidades, de estabilidad
y de prosperidad creciente, construida y compartida por todos.
Adoptar
esa nueva visión, en este contexto, significa un universo de cambios. Los más
fundamentales, quizás, son los cambios a los que debe someterse la
infraestructura económica de la sociedad venezolana: para empezar, necesitamos
un sistema legal equilibrado y justo, en el cual los venezolanos puedan dirimir
diferencias, hacer valer contratos y más importante aún, a través del cual se
garanticen los derechos de propiedad y se castigue la corrupción. Necesitamos
una administración nacional que no actúe de forma predatoria, que trabaje para
construir esa prosperidad, y no para destruirla. Necesitamos rehacer una parte
importante de la infraestructura física del país, incluyendo las capacidades de
generación eléctrica, de distribución de agua, de telecomunicaciones y de transporte.
Necesitamos también darles orden a las cuentas fiscales, reestructurar la deuda
externa, imposible de pagar en estas circunstancias, buscar fuentes de
financiamiento de emergencia y reducir paulatinamente el financiamiento
monetario del gasto público, hasta erradicar esta práctica. Para eso, por
supuesto, se necesita que el Banco Central de Venezuela recupere su
independencia, y se necesita un importante apoyo técnico, para entender el
estado real de las cuentas de la nación y elaborar un presupuesto público
factible, entre otras cosas. Esto, además sin entrar en todo lo que significa
atender a la depauperada población venezolana en el doble problema de la crisis
humanitaria y la pandemia global sin lo cual generar crecimiento económico
sostenible es imposible. Las dos décadas de gobierno bajo una visión fracasada
han convertido a los venezolanos en una sociedad hambreada, sin ingresos, sin
ahorros, sin acceso a servicios básicos, sin acceso a servicios de salud y
medicinas, y sin acceso al universo de oportunidades que hoy en día son normales
en cualquier otro país y cualquier recuperación de la producción pasa por
atender estas enormes precariedades. Sin embargo, el cambio más importante que
debe materializarse para lograr todo esto y adoptar esa nueva visión es un
cambio de autoridades económicas.
Las
autoridades (ahora de facto) que nos han
conducido hasta aquí han demostrado en muchas ocasiones que no están dispuestas
a instrumentar los cambios necesarios. Adicionalmente, ni los venezolanos, ni
la comunidad internacional (de la cual va a tener que salir una parte de los
recursos necesarios para empezar el camino hacia la estabilidad y la
prosperidad) confían ya en estas autoridades. Por eso, la aplicación de
cualquier política económica con la cual se busque recuperar la producción de
Venezuela en esta década es un segundo paso; el primer paso, sin el cual generar
crecimiento económico es imposible, es un cambio de autoridades. Sin eso, es
difícil imaginar el éxito de cualquier política, sea cual sea.
LQMEM: En este entorno de hiperinflación, ¿es el Bolívar
rescatable? ¿Cómo se puede recuperar?
SO: El
Bolívar, para servir como moneda, debería resguardar el valor de los ahorros en
el tiempo, debería servir para hacer transacciones, y debería ser útil para
cuantificar el valor de las cosas – funciones que ha venido perdiendo desde
hace años, y de forma muy acelerada desde que comenzó la hiperinflación. Los
venezolanos han vivido demasiados años con una moneda poco fiable que ha ido
perdiendo su valor constantemente, y las autoridades han hecho su mayor
esfuerzo por agudizar estos problemas. Por eso, no pienso que el Bolívar se
pueda rescatar. Esto, hay que recalcar, es un problema enorme. Es un problema
enorme pues, entre otras cosas, significa que estamos perdiendo dos
herramientas que son fundamentales en el arsenal de cualquier sociedad que busque
construir su prosperidad de forma estable y sostenible: estamos perdiendo la
política monetaria como herramienta para incentivar la inversión, el consumo y
el empleo y para estabilizar los ciclos económicos, y estamos perdiendo la
política cambiaria como herramienta para abaratar nuestras exportaciones y
ganar competitividad internacionalmente. Ambas herramientas harán falta para
revertir la catástrofe económica venezolana, y no contar con ellas será un
obstáculo importante. Si bien pienso que la perdida del bolívar es irreversible a corto y mediano plazo, pienso que no se trata de una condena eterna. Si se materializa un cambio de autoridades
económicas, si empiezan a ejecutarse políticas económicas bajo esa nueva visión
de oportunidades y prosperidad y si contamos con suerte, Venezuela podría
aspirar a desdolarizarse en el futuro y a resucitar a una moneda nacional. Sin
embargo, ese proceso sería lento y frágil.
“El Estado debe abandonar el rol de productor
de bienes y servicios que ha adoptado, dejarlo en manos de la sociedad y en lugar
de ello, asumir el manto de regulador, dedicándose a solucionar problemas
específicos y a crear oportunidades donde la sociedad, por si sola, no sea
capaz de hacerlo.”
Santiago Olalquiaga
LQMEM: ¿Qué perspectivas observa para este año 2020 en Venezuela
con el tema COVID-19 en la economía?
SO: El
estallido de la pandemia y la respuesta de las autoridades de facto (esto es, encerrar a todo el país en sus casas sin prestar
apoyo real alguno a empresas, trabajadores u hogares) sólo logran empeorar
males que ya existían. De este modo, empresas que venían empequeñeciéndose y
que no tienen los recursos necesarios para sobrevivir períodos largos sin
ingresos acabarán de quebrar y cerrarán sus puertas. Cuando esto pase, las
personas que trabajaban en esas empresas y recibían de ellas sus ingresos no
encontrarán trabajos nuevos, pues todo el país estará en las mismas circunstancias.
Aumentará el desempleo, caerán los ingresos, y aumentará el hambre.
Por otro
lado, mantenerse indefinidamente en sus casas es imposible para todos los
venezolanos que dependen de ingresos generados día a día. Estas personas, que
no tienen ahorros, tienen que decidir entre resguardarse en sus casas para
evitar el contagio al costo de morir de mengua, y salir a ganar dinero, exponiéndose
a si mismos y al resto de los venezolanos a un mayor contagio. Cuando deciden
que la única opción viable para sobrevivir es salir a trabajar, estas personas
además se enfrentan a un país detenido, en el cual producir ingresos resulta
aún más difícil que antes. Por este lado, también, llegamos a menores ingresos
y más hambre.
A su
vez, las familias que dependen de remesas también verán caer esta fuente de
ingresos: esta pandemia está azotando a todo el planeta y, así como los venezolanos
en Venezuela no pueden salir a trabajar, los venezolanos que han emigrado a
otros países, en muchos casos, tampoco. El desempleo está aumentando en todos
lados, y venezolanos emigrados que antes de la epidemia sostenían a sus familias
aquí con sus ingresos en el extranjero pueden encontrarse hoy sin trabajo y, en
consecuencia, sin ingresos con los que mantener el flujo de remesas. En este
sentido, trabajadores informales o en empleos poco especializados son
particularmente vulnerables a quedar sin trabajo o a sufrir una caída marcada
en sus ingresos – esto es, tipos de empleo frecuentemente ejercidos por
inmigrantes poco calificados, como lo es una parte de la población migrante
venezolana. Por este lado, entonces, los hogares venezolanos también se
enfrentan a una caída de sus ingresos. Desde donde lo veas, el resultado es el
mismo: mayor desempleo, menores ingresos, mayor pobreza, mayor precariedad y
más hambre en Venezuela.
En otros
países, los gobiernos han optado por apoyar a los hogares, a las empresas y a
los trabajadores usando múltiples herramientas, como créditos de condiciones
flexibles, exoneraciones fiscales, la asunción de una parte de los salarios del
sector privado y la ejecución de política monetaria extraordinariamente
expansiva. Las autoridades de facto
en Venezuela, sin embargo, han optado por no utilizar las pocas herramientas aún
a su disposición, como podría serlo una relajación significativa del requerimiento
de encaje bancario. Las autoridades de
facto, en todo caso, no tienen los recursos que harían falta para ejecutar
las herramientas más robustas que en otros países se han aplicado, pues su
principal fuente de financiamiento no inflacionario –las exportaciones
petroleras– se encuentra en condiciones prácticamente inoperantes, por años de
desinversión y corrupción, y por múltiples restricciones externas. Lo que esto significa
es que la pandemia empeorará la caída de ingresos y hará que repunte el hambre,
y las autoridades de facto son
materialmente incapaces de cambiar esto. Lo que queda del 2020, entonces, no
pinta nada bien.
LQMEM: ¿Qué debemos hacer como política económica para reactivar
las exportaciones tanto petroleras y no petroleras?
SO: Sin
lugar a dudas, incentivar las exportaciones es la ruta que necesitaremos
recorrer para construir esa nueva prosperidad. Considero, sin embargo, que es fundamental
hacernos una pregunta antes de discutir el cómo: ¿debemos concentrarnos en las
exportaciones petroleras?
La
exportación de petróleo ha sido el motor de la economía venezolana, pero se
enfrenta a varios retos de ahora en adelante. En términos globales, estos
incluyen el abaratamiento de fuentes alternativas de energía, el impulso desde
muchos gobiernos y organizaciones no gubernamentales a frenar el consumo de
combustibles fósiles y el calentamiento global, y la fuerte caída de la demanda
petrolera mundial producida por la suspensión del transporte. Internamente, el
reto fundamental es la destrucción de la capacidad de producción y refinación
que ha resultado del despido masivo del personal técnico capacitado, de la desinversión
acumulada por años, de una corrupción voraz, de distorsiones en el manejo
administrativo y financiero de PDVSA, del uso de la compañía como una extensión
del presupuesto del ejecutivo nacional y de su adicional dedicación a
actividades incoherentes, como la importación de alimentos. Aún superando con
éxito los desafíos internos de la industria y contando con una recuperación
veloz de la demanda global de petróleo (ambos supuestos discutibles), el ritmo
al cual podamos recuperar la exportación de petróleo probablemente resulte demasiado
lento y, por el movimiento hacia energías alternativas a nivel mundial, una
fuente de ingresos insostenible a mediano y largo plazo. Por esto, más que enfocarnos
en reactivar el petróleo, creo que es importante preguntarnos hoy qué otras actividades
orientadas a la exportación se pueden desarrollar en Venezuela. Para hacerlo
hay muchas políticas posibles; la mala noticia es que no hay soluciones fáciles
o rápidas.
Empezar
por corregir los desbalances macroeconómicos, problemas de infraestructura y
profundas deficiencias sociales que antes comentábamos constituye un primer
paso fundamental. Siguiendo esto, debe construirse una evaluación robusta sobre
las actividades en las que Venezuela tiene conocimientos acumulados y el
potencial para competir en los mercados regionales o mundiales, y usar esta
información para diseñar un plan de desarrollo sectorial bien fundamentado. Es
importante hacer esto, hay que destacar, de la mano de apoyo técnico externo,
para procurar que intereses clientelares no comprometan la objetividad en este
proyecto. Con ese mapa en mano, puede darse financiamiento e incentivos al desarrollo
de empresas en esos sectores. En este sentido, las herramientas que se pueden
utilizar para dar apoyo al desarrollo sectorial son muy variadas. Esto puede
empezar a abrirnos el camino hacia la exportación de productos y servicios
nuevos para nosotros, hacia la generación de ingresos independientes del
petróleo, y hacia nuestra inserción en los mercados y cadenas de valor
regionales y globales.
Por otro
lado, se necesita actualizar la ley de propiedad intelectual vigente, que tiene
más de medio siglo inalterada, para amoldarla a las nuevas formas de investigación,
desarrollo y actividad productiva – para abrir espacio formal a la innovación en
nuevas áreas. Sin cambios de este tipo, la sociedad venezolana carecerá de un
esquema operativo como para dirigir la innovación que necesita para crecer. En
ese mismo sentido, es necesario fortalecer los vínculos entre las unidades
locales que aún hacen investigación –como las universidades– y los sectores
productivos que pueden instrumentalizar esa investigación en nuevos productos y
servicios. Del mismo modo, hay que corregir todos los problemas que existen en
el sistema educativo, y orientarlo a dar a los venezolanos conocimientos y
habilidades que tengan valor y aplicabilidad técnica, que sean transferibles
entre actividades, y que les permitan adaptarse a contextos cambiantes – pues destrezas
específicas que son útiles hoy pueden dejar de serlo mañana, y hay que preparar
a los trabajadores para eso.
Así como
estos, hay muchos otros cambios de política que se pueden ejecutar. La mala
noticia es que estos esfuerzos generan resultados lentamente. Es por eso que
recibir ayuda financiera internacional es crucial a partir del momento en el
que se decida dar un giro al timón – para poder transitar lo que será un largo,
complicado y costoso período de ajuste. Y aquí regreso sobre mi punto inicial: para
lograr esto y desarrollar nuevas exportaciones, contar con nuevas autoridades
es una condición ineludible.
“Si bien pienso que la pérdida del bolívar es
irreversible a corto y a mediano plazo, pienso que no se trata de una condena
eterna.”
Santiago Olalquiaga
LQMEM: ¿Cómo podemos obtener fuentes de divisas no
tradicionales?
SO: En el corto plazo, los recursos en divisas tendrán que ser
“tradicionales” y salir de lo que se pueda rescatar de las exportaciones
petroleras, que no será mucho y de la ayuda financiera internacional,
condicional a un cambio de autoridades. A mediano y largo plazo, sin embargo, las exportaciones pueden empezar a generar ingresos en sectores en los que Venezuela, ya ha tenido actividad: producción agrícola, turismo, producción industrial de materias primas, extracción de gas natural y en sectores conexos a estos que sean nuevos para nosotros. Esto, por
supuesto, si se dan los cambios necesarios que ya hemos conversado: si se
corrigen los problemas macroeconómicos, fiscales y de infraestructura, si se
implementa un plan sólido de desarrollo, si se corrigen las carestías vinculadas
a la crisis humanitaria y adicionalmente, si como sociedad contamos con suerte
en la ejecución de todos esos cambios.
“Por otro lado, corregir las precariedades del sistema eléctrico será costoso y la Venezuela que decida dar el cambio tendrá muy pocos recursos y muchas necesidades. Por eso, un plan de recuperación eléctrica deberá ejecutarse con el apoyo de financiamiento externo.”
Santiago Olalquiaga
LQMEM: ¿Son las remesas una solución para la alicaída economía
venezolana y sus exportaciones?
SO: No.
Las remesas son un paliativo para una población depauperada y abandonada – son
gaza y adhesivo para cubrir un boquete. Son insuficientes. La solución para la
economía venezolana y sus exportaciones está en hacer los cambios que venimos
conversando, bajo la conducción de nuevas autoridades confiables, y apuntando a
re-balancear la relación entre la sociedad y el Estado, hacia una en la cual el
Estado venezolano no sea depredador. Si podemos movernos en esa dirección y,
con suerte, empezamos a experimentar estabilidad y prosperidad no asignada a
dedo por quienes controlan el gobierno, ahí podremos empezar a hablar de una
solución para la economía venezolana.
LQMEM: ¿Cómo afectará el comercio en Venezuela con el escenario
de reducción de las remesas desde el exterior por el factor
COVID-19?
SO: Las
remesas van a caer a causa de la pandemia. Menos remesas significan menos
dinero en manos de las familias venezolanas y, en consecuencia, menor consumo
de bienes y servicios; es decir, menor actividad comercial. Esto contribuirá a
que las empresas comerciales que sobreviven en Venezuela, además de las
dificultades propias de la pandemia, deban enfrentarse a una demanda que va a
disminuir con respecto a la que venían atendiendo, y que probablemente no se
recuperará con velocidad. Estas son malas noticias para quienes viven de la
comercialización, pues menor demanda significa menores ingresos y, en estas
circunstancias, puede llevar a más quiebras. Esto mismo también afectará a las
empresas que producen bienes y servicios para el consumo local en Venezuela,
que deberán enfrentarse también a una demanda en picada.
“A mediano y largo plazo, sin embargo, las
exportaciones pueden empezar a generar ingresos en sectores en los que
Venezuela ya ha tenido actividad: producción agrícola, turismo, producción
industrial de materias primas, extracción de gas natural y en sectores conexos
a estos que sean nuevos para nosotros.”
Santiago Olalquiaga
LQMEM: ¿Venezuela puede ir recuperando su PIB en los próximos
años aun sufriendo el descalabro de su Sistema Eléctrico Nacional?
SO: No.
Ya el año pasado sufrimos el terrible apagón nacional, y casi todo el país
continúa sufriendo apagones regularmente. El Comité de Afectados por los
Apagones, que monitorea este problema, declaró hace poco que en 2019 hubo casi
87.300 fallas eléctricas en Venezuela, y que en enero y febrero de 2020 habían
registrado ya cerca de 10.000. Esto significa que, aún con sectores de alta
demanda energética, como la industria, operando a niveles mínimos, los
venezolanos sufren un promedio de 167 apagones cada día. Cualquier recuperación
de la producción nacional se traducirá a un aumento de la demanda de energía:
más fábricas operando, más comercios con las luces encendidas, más demanda
eléctrica en los hogares. En su estado actual, el sistema eléctrico nacional no
será capaz de hacer frente a ese crecimiento de la demanda y colapsará,
sumergiéndonos en una nueva gran oscuridad. Por esto, una vez las autoridades de facto sean sustituidas por personas
dispuestas a dar un giro a la dirección de esta sociedad y a adoptar una nueva
visión, la precariedad de nuestro sistema eléctrico es una de las áreas
fundamentales que deben ser abordadas.
Recalco,
por dos motivos, que para abordar este problema es necesario no sólo un cambio
de dirección, sino un cambio de autoridades. Por un lado, las autoridades que
mantienen el control administrativo de Venezuela han demostrado su ineptitud
para solucionar este problema. Ya en 2010 Hugo Chávez decretó una emergencia
nacional por el estado del servicio eléctrico, decreto que Nicolás Maduro ha
reciclado una y otra vez. ¿Cómo es que hemos sufrido el mismo problema por al
menos una década, y las personas a cargo no han sido capaces de solucionarlo?
Hace falta una nueva administración. Por otro lado, corregir las precariedades
del sistema eléctrico será costoso y la Venezuela que decida dar el cambio
tendrá muy pocos recursos y muchas necesidades. Por eso, un plan de
recuperación eléctrica deberá ejecutarse con el apoyo de financiamiento
externo, que no está y probablemente nunca estará disponible mientras persistan
las autoridades actuales. Ya lo vimos hace dos meses, cuando el Fondo Monetario
Internacional negó la solicitud de las autoridades de facto por un crédito de emergencia. Lo hemos visto también en la
relación con China y Rusia, aliados estratégicos de las autoridades de facto: donde antes fluían recursos,
hoy sólo hay declaraciones fuertemente redactadas. Esos aliados estratégicos
han presenciado la eficacia administrativa de las autoridades de facto, y es difícil creer que vayan a
continuar lanzando buen dinero a un mal pagador, sobre todo con sus respectivas
complejas circunstancias actuales. Por estas dos consideraciones, pienso que
sólo con nuevas autoridades podremos dar sostenibilidad eléctrica a cualquier
recuperación económica.
LQMEM: ¿Cómo puede el negocio del sector bancario en Venezuela
sobrevivir con unas tasas hiperinflacionarias que organismos internacionales
estiman para 2020 en cerca de 12.000%?
SO: No
puede. La realidad es que los bancos se han empequeñecido drásticamente, pues
las operaciones de intermediación financiera son increíblemente difíciles en un
entorno hiperinflacionario y, más aún, si deben enfrentarse a restricciones
como límites de tasa de interés, gavetas de crédito dirigidas y requerimientos
de encaje inauditos. Por esto es que desde que estalló la hiperinflación, el
valor real de la cartera de créditos del sector bancario se ha desplomado. Entre
diciembre de 2017 y diciembre de 2019, el valor real de esos activos cayó en un
98%, aproximadamente. Es una caída casi absoluta, ¡en escasos dos años! Por eso
es que nadie puede conseguir préstamos. Esto es muy grave, pues el
funcionamiento normal de un sector bancario sano y robusto es crítico para la
operatividad de cualquier economía – las compañías y los hogares necesitan
crédito para funcionar.
Como
cualquier otro sector empresarial, la banca venezolana está operando en un
entorno que se ha configurado para destruirla. La banca, así como la empresa y
la sociedad venezolanas de forma más amplia, no podrá sobrevivir a menos de que
haya un cambio de dirección en la política económica, y una sustitución de
quienes conducen esa política. No hay coexistencia posible: para que la
sociedad y las empresas venezolanas vivan, las autoridades de facto deben ser sustituidas, y los venezolanos debemos adoptar
una nueva visión para reconstruir este país.
Caracas
– Mayo de 2020.
Rogelio
Guevara Cantillo
Periodista
de Política, Economía y Negocios.
Los Que
Mueven El Mundo
losquemuevenelmundo.blogspot.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)